Año tras año, crece el interés del profesorado en innovar con los recursos didácticos que lleva al aula. Cada vez son más quienes rastrean internet en busca de ideas con las que sorprender a sus alumnos. Es más, los cursos de creación de materiales educativos no dejan de sumar adeptos, ya que personalizarlos acorde a las necesidades de la clase es un valor añadido.
Cursos para exponer de forma clara las explicaciones en la pizarra, webs con las que crear presentaciones más atractivas, gamificaciones protagonizadas por el alumnado… Ser docente en los tiempos que corren es vivir en una continua formación para activar la motivación de quienes aprenden.
Pero, después de una buena clase, ¿sabemos cómo gestionan los estudiantes todo lo aprendido? ¿Nos preocupa o nuestra tarea termina una vez está dada la explicación? ¿Qué sucede entre esa enseñanza y el día del examen?
Los apuntes son cosa de cada estudiante. O no
Lo más seguro es que la mayor parte de los docentes (yo me incluía hasta hace bien poco) respondamos que bastante tenemos con preparar las clases e impartirlas. Cómo gestionen los apuntes (anotaciones, cuadernos, fotocopias que les facilitamos, etc) los alumnos, es cosa de ellos.
Hay quien estudia mejor en el ordenador, quien necesita maquear con subrayadores de todas las gamas cromáticas existentes o quien, con una fotocopia de las anotaciones de un compañero, se las arregla sin problema. Vamos, que es algo único y personal.
En estas líneas no se pretende convencer a nadie de lo contrario, vamos a respetar esa unicidad de cada estudiante. Tampoco se trata de brindarle técnicas de estudio.
Entonces, ¿cómo podemos mejorar los apuntes sin ‘meternos’ en ellos?
Vamos a hablar de formatos de apuntes. La mejor forma de coronar una buena explicación, y que esta resulte nítida y memorable para quien la estudia, es darles algunas ideas para hacer más amenas sus tomas de apuntes y, posteriormente, sus horas de estudio. Todo ello, como decíamos, sin restar el estilo personal de cada alumno.
Nuestros objetivos, con esta nueva forma que queremos darle a los apuntes, son cuatro:
- Clasificar y estructurar mejor la información.
- Conseguir que sea más visual y, con ello, facilitar las consultas.
- Asegurarnos, mínimamente, de que lo que han entendido y transferido a sus apuntes es correcto.
- Motivar al alumnado: restar estrés y mejorar su confianza frente al estudio.
A continuación, cinco ideas rápidas y sencillas. No se necesitan grandes dotes artísticas ni materiales sofisticados: un clásico folio A4 será la clave fundamental de cada una de ellas.
5 formatos que cambiarán la forma de estudiar de tu alumnado
Las imágenes de ejemplo son de plantillas digitales impresas, con el objetivo de inspirar temas de contenido. No obstante, recomendamos su uso con un folio vacío para poder permitir al estudiante su personalización.
1. Apuntes verticales
Son los más sencillos. Se trata de doblar un folio por la mitad y colocarlo ‘de pie’ en la mesa.
- Ventajas: con este gesto facilitaremos la consulta de palabras clave en el aula, conjugaciones, etc.
- Recomiendo su uso: especialmente los primeros días, para anotar frases útiles o léxico específico. Por la cara visible para el profesor resulta muy útil escribir el nombre del propietario de la chuleta.
2. Apuntes verticales múltiples
El objetivo es el mismo que en la anterior idea, pero con la ventaja de poder acumular más de dos páginas y tenerlas todas juntas.
- Ventajas: muy sencillo reciclando un calendario de mesa y pegando sobre sus páginas los apuntes.
- Recomiendo su uso: resulta muy cómodo tener uno por unidad o tema.
3. Llaveros
Se trata, simplemente, de unir varias tarjetas (preferiblemente de un tamaño reducido) por una esquina mediante una anilla de llavero.
- Ventajas: Esto facilitará su consulta y permitirá tenerlos a mano en distintas circunstancias, no solo en el aula.
- Recomiendo su uso: para tarjetas de vocabulario, de conjugaciones de tiempos verbales, pronunciación, conectores de ayuda…
4. Libro acordeón
No es necesario ser un experto en origami, ni seguir una instrucciones sesudas o contar con unos materiales muy complejos. Tan solo un folio A4, pegamento en barra y (esta, incluso, opcional) tijeras.
Para fabricarlo, es necesario cortar por la mitad (por el lado largo) el folio. De esta manera obtendremos dos porciones de papel de 29,7 x 10,5 centímetros. Las unimos, pegando una sobre la otra en sus extremos (más o menos empleando unos 2 o 3 centímetros) y doblamos, en forma de acordeón nuestra pieza de papel de unos 59 cm x 10.5.
- Ventajas: pueden contener mucha información en un espacio muy reducido, lo que restará estrés al estudiante. El formato es cómodo de consultar y llevar. Cada uno personaliza las páginas y portadas como guste, inclusive, le puede añadir más papel y crear nuevas secciones.
- Recomiendo su uso: en clases particulares o reducidas (por si la elaboración les resulta costosa) y, al igual que los verticales múltiples, por temas.
5. Ventanitas
También con un solo folio, tijeras opcionales y (esta vez) sin pegamento, se puede crear esta ‘chuleta’ para separar o clasificar conceptos.
- Ventajas: ayuda a disponer de forma más visual la información y a “esconder” texto de más, permitiéndonos acudir directamente a lo que deseemos consultar. Se pueden hacer tantas ventanas como se desee, así como jugar con su tamaño, en función del volumen de apuntes que queramos incluir.
- Recomiendo su uso: para hacer diferencias entre conceptos similares (Por/para, Ser/Estar, Indefinido/Imperfecto…).
¿Con qué edades puedo hacer esto?
Todas. A los más pequeños les anima poder fabricar algo con sus manos y es una manera más amable de introducirles en el mundo de los apuntes.
A los adolescentes les motiva decorar y personalizar sus creaciones: hay quien prefiere dibujar, quien quiere pegar imágenes, quien se sirve de la mnemotecnia o quien no puede vivir sin subrayar.
Y a los estudiantes adultos, a pesar de mis recelos iniciales (temía que no les pareciera serio doblar folios), les confiere mucha seguridad tener bajo control los apuntes. E, incluso, cierta satisfacción al verse recortando, pegando o dibujando después de años sin desempeñar estas labores. Muchos de ellos necesitan salir de clase sintiendo que su tiempo y su dinero han sido bien empleados (es decir: sintiendo que han aprendido mucho) y terminar con unos apuntes nítidos y agradables de volver a leer refuerza esa sensación.
En conclusión: los apuntes siempre serán algo personal y subjetivo de cada estudiante. También algo que seguirá dando pereza tomar o desazón ordenar y consultar de cara a un examen. Lamentablemente, los docentes no podemos cambiar esto, pero sí convertirlos en algo más llevadero y que culmine nuestras enseñanzas por todo lo alto.
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